24/05/2017 Fernando Ruiz-Beato Negre 0
Dice un viejo proverbio africano que si quieres ir rápido es mejor ir solo, pero si lo que quieres es llegar lejos, es mejor hacerlo acompañado. Esta idea podemos aplicarla perfectamente al mundo empresarial; al fin y al cabo, dos es siempre mejor que uno.
Butch Cassidy & The Sundance Kid, Romeo y Julieta, Fred Astaire y Ginger Rogers, el ‘Gordo y el Flaco’, Marco Antonio y Cleopatra, Mickey y Minnie, Ralph Sampson y Hakeem Olajuwon... La historia está llena de grandes ejemplos de parejas que triunfaron. Claro que también hay ejemplos de parejas cuya unión supuso un fracaso para la empresa.
Como se suele decir, una pareja aporta un 50% de mejoría a la asociación y eso es algo que el mundo empresarial también ha sabido ver a la hora de fundar algunas de las empresas más conocidas del mundo. Ahí quedan los ejemplos de dúos como los formados por David Filo y Jerry Yang para crear Yahoo!; Larry Page y Sergey Brin, los estudiantes de Standford que crearon Google; Dave Packard y Bill Hewlett, que fundaron el gigante HP; Bill Gates y Paul Allen que, apoyados en el grupo de Albuquerque, crearon Microsoft…
Y más allá del ámbito tecnológico, encontramos a Ben Cohen y Jerry Greenfield, gracias a quienes disfrutamos de los sabrosos helados Ben&Jerry; William Procter y James Gamble, creadores del imperio Procter&Gamble; Richard y Maurice McDonald, cuyas hamburguesas se venden en todo el mundo –curiosamente las de sus rivales Burger King también fueron ideadas por dos emprendedores, James McLamore y David Edgerton–; William S. Harley y Arthur Davidson, cuyas motos son un icono de la carretera; o el caso que nos toca más de cerca, Steve Jobs y Steve Wozniak –aunque técnicamente fueron tres– para fundar Apple.
Dada la importancia de los socios para la supervivencia empresarial de tu negocio o startup, queremos dejaros en este blog algunas de las recomendaciones que, tras 40 años asesorando compañías, deberías de tener en cuenta a la hora de escoger a tus socios en la aventura empresarial.
Valor y elección: No cualquier socio vale; es importante saber el valor que aporta cada persona, aquello en lo que va a contribuir y aquello que no le puedes pedir. No todos tienen que hacer lo mismo ni valer para lo mismo. Cambiar a las personas es muy complicado y los socios tienen que aceptarse tal cual son, con sus virtudes y defectos. Deben conocerse e interpretar las conductas que se producen a su alrededor en función de cómo sea cada uno para evitar sorpresas.
Confianza y entrega: Cuando te embarcas en un proyecto asociativo tienes que aparcar miedos, los "por si acaso". Los reparos se platean antes de embarcarse, una vez en la aventura no puedes estar midiendo, cubriéndote las espaldas o entregándote en cuerpo y alma al proyecto. Sin entrega ciega no hay confianza y sin confianza no hay posibilidades de alcanzar un futuro prometedor.
Sacrificio: Cualquier proyecto empresarial conlleva esfuerzos tanto personales como familiares y empresariales, y si no se está dispuesto a sacrificarse, no merece la pena que se embarque en algo que le va a exigir mucho más de lo que normalmente uno puede dar.
Comunicación: Es muy importante que haya comunicación entre los socios, libertad en exponer cada cual su postura, sin que se produzca una ruptura a la primera de cambio. Sin dialogo o confrontación de ideas es difícil que la unión de los socios haga la fuerza; para ello, es mejor prescindir de correos electrónicos y promover reuniones con sus correspondientes actas.
Fuerza, persistencia y creatividad: El socio tiene que evolucionar con el negocio, emprender, adaptarse al mercado. Innovar, requiere de una actividad constante, continuada, persistente, por lo que la pareja debe ser luchadora, aportar ideas y tener tiempo para pensar, además de ejecutar.
Compromiso y responsabilidad: Si no estás comprometido con el proyecto, si no has puesto el foco de vida en él, es muy difícil que salga adelante, y más si ese compromiso no va unido a la responsabilidad. Cada socio debe saber qué obligaciones asume y las cargas que soportará cada día. Sin responsabilidad no hay viabilidad.
Riesgo y decisión: Un socio tiene que tomar decisiones; no es fácil hacerlo y no siempre se acierta. Pero quien no toma decisiones no camina y en un negocio nunca puedes estar parado. Muchas elecciones conllevan riesgos pero eso forma parte de ser empresario, por eso, no todas las personas están preparadas para arriesgarse ni cualquier riesgo es válido.
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